Mayo 5. Abstente de toda especie de mal.

I Ts. 5.22 “Absteneos~~ de toda especie de mal.”

El discernimiento es un arte perdido. Aquí no nos dice lo que es el mal, ya que tiene múltiples formas en las diferentes culturas.

El mandamiento es “abstenerse continuamente o habitualmente”, lo que significa “abstenerse o refrenarse de, mantener distancia, o evitar contacto con algo”.

El versículo anterior nos había ordenado, “examinadlo todo; retened lo bueno” (5:21); por lo tanto, los seguidores de las Escrituras no debemos ser ingenuos, desinformados o fácilmente impresionados por nuevas ideas.

Debemos evitar “toda especie”, que significa “la forma y estructura de algo, o la apariencia externa”. La forma del verbo de esta palabra significa “considerar, contemplar, ver para saber, tener un conocimiento personal y relación con algo”. Exponerse así es peligroso.

El “mal” que debemos evitar es “perverso en sentido moral o espiritual, que corrompe a otros, malicioso o maligno”. Hay una maldad que sale de dentro de toda persona, la cual debe ser reconocida y controlada.

Jesús dijo, “Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre” (Mr 7:21-23).

La naturaleza humana no es ni inocente ni buena; más bien, es egoísta, ególatra y solo piensa en sí mismo. Solo los ingenuos creen que el hombre es bueno.

Debemos “aborrecer lo malo, seguir lo bueno” (Ro 12:9). Los cre-yentes nunca estamos supuestos a exponernos a la maldad. Eso es tonto. La maldad es demasiado engañosa y, tristemente, demasiado atractiva y adictiva para nuestra naturaleza mala.

Es un llamado para que los creyentes disciernan la verdad del error, lo bueno de lo malo, y se separen de las falsas enseñanzas, influencias y comportamientos que desagradan a nuestro Salvador. Debemos ser “sabios para el bien, e ingenuos para el mal” (Ro 16:19).

Obedeciendo estos mandamientos cumpliremos nuestro objetivo: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo” (5:23), es decir, “te separe” del mal. Todos estamos luchando. ¿En dónde estás resistiendo tú?

“Poderoso Dios, ¡Tus maneras son las mejores! Quiero aprender diaria-mente cómo mantenerme lejos de los pensamientos y las prácticas pecaminosas, enfocándome en Tu palabra y siendo obediente a la guía de Tu Espíritu Santo.”

 

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