1 Tim. 6:11 “Mas tú, oh hombre de Dios, huye~~ de estas cosas (ej. del amor al dinero del 6:10) y sigue~~ la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre.”
La gente puede ser manipulada para comprar o probar cualquier cosa cuando se le hace creer que ciertas cosas o experiencias le darán felicidad, seguridad e importancia.
Se nos dice que “gran ganancia es… el contentamiento” (1 Timoteo 6:6) y que “raíz de todos los males es el amor al dinero” (6:10), pero todo en nuestra sociedad dice que “la ambición es clave para la prosperidad”, y que “el dinero da felicidad y seguridad”.
Debemos elegir. En la iglesia en donde Timoteo era pastor, “codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” (6:10). El mundo promete mucho, pero cumple poco.
Si queremos seguir a Dios y ser usados por Él, debemos cambiar nuestros valores y prioridades.
Se nos dice que “habitualmente nos mantengamos alejados de” ciertas cosas, eso significa “alejarse a toda prisa del peligro” del que “delira acerca de cuestiones y contiendas… envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, disputas necias de hombres corruptos… que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales… los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición” (1 Tim 6:4-9). Aléjate de este tipo de personas.
Por el contrario, “continuamente o habitualmente persigue” seis cualidades:
De la lista “justicia, piedad, fe, amor, paciencia, mansedumbre” son el fruto del Espíritu (Gá 5:22-23). La “justicia” viene de un corazón y una vida en armonía con los mandamientos de Dios, los cuales llevan a la “piedad”, que es la motivación para un estilo obediente de vida. La “fidelidad” se refiere a la honradez en la vida y a la confianza en todo lo que dice Dios.
El “amor” es cuidar desinteresadamente de otros, y comprometerse con ellos. La “paciencia” es la capacidad duradera de mantenerse fiel a la fe y al propósito de Dios para tu vida. Finalmente, el “mansedumbre” es amabilidad al tratar con otras personas. Esto define a un hombre que camina con Dios… alguien a quien los demás respetan y quieren que sea su líder.
“Señor, Tú viviste humildemente en esta tierra, mostrándonos el camino. Ayúdame a amarte a Ti y a Tus preceptos más que a la plata o a la fama o a cualquier otro concepto egoísta que pueda yo querer que tome Tu lugar.”