Mateo 10:16 “He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes~~ como serpientes, y sencillos como palomas.”
No podemos ni imaginar las dificultades y los riesgos que implicaban seguir a Jesús. De pronto, el gran Hacedor de milagros se había ido y los discípulos debían enfrentarse al mundo. Se fueron en direcciones separadas sabiendo que la tarea que iban a hacer implicaría su muerte, tal como lo fue para su Maestro.
Jesús aclaró en Mateo 10:17 que los “lobos” los “entregarán a los concilios, y los azotarán en sus sinagogas; y serán arrastrados ante gobernadores y reyes (Gentiles) por causa de Mí [Jesús], para testimonio a ellos [mismos] y a los Gentiles”. La palabra mártir viene de la palabra griega para “testigo” o “testimonio”.
Las ovejas deben ser guiadas a un pasto apropiado para evitar que coman malezas venenosas. El rebaño sin pastor generalmente no sobrevivía debido a sus mayores enemigos: los lobos. Jesús es el Pastor que ama a Sus ovejas y da Su vida por ellas (Jn 10:11-15), pero Él les envió a un mundo que odia a Cristo, en donde iban a ser rechazados.
Aunque se les llamaba “ovejas”, no debían ser como ovejas en sus actitudes: irreflexivos y desprevenidos. Aunque Jesús les delegó el poder de hacer milagros (Mt 10:8), eso no evitaría que sufran a manos de hombres resistentes al evangelio. El honor de morir por Cristo significaba para ellos más que la vida misma: “Todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución” (2 Tim 3:12).
Las “serpientes” son consideradas “astutas”, es decir, perspicaces, inteligentes, astutas y cautelosas. Jesús era especialista en convertir las trampas de los Judíos en dilemas sin solución. Nunca se dejó engañar para condenar a los líderes Romanos o para aprobar su corrupción. Siempre estuvo un paso más adelante de sus acusadores.
Las “palomas” representan pureza e inocencia, características de los discípulos de Jesús. Debemos saber que la presentación clara del evangelio no necesita ser brusca, desconsiderada o belicosa. Nosotros debemos ser como nuestro Señor: “santo, inocente, puro” (He 7:26 1 P 2:23). Para terminar la tarea de presentar efectivamente el evangelio necesitamos usar métodos astutos e inteligentes. Él hará que todo eso valga la pena.
“Padre Celestial, cuando llevamos Tu verdad a aquellos que pudieran desear agredirnos, ayúdanos a ser astutos y prudentes al tratar con ellos en pureza y amor.”