Noviembre 20. No detengan otros ministerios.

nov-20-lc9-50-no-impidanLucas 9:50 “Jesús le dijo: ¡No lo detengan!~| Todo el que no está en contra de ustedes, está a su favor.”

Justo cuando Jesús decía que la única manera de lograr grandeza en Su reino es siendo el menos importante, Juan, uno de los tres discípulos que conformaban su círculo más íntimo interrumpió para decirle que alguien que no estaba siguiendo a Jesús junto con ellos estaba sacando demonios. 

Quería que el Maestro se lo prohibiera; sin embargo, Jesús ordena a Juan: “Dejen de impedírselo, porque cualquiera que no está en contra suyo, está a favor suyo”. 

Parece que los Doce se veían a sí mismos como los líderes exclusivos del pueblo de Dios. Querían tener todo el control, por eso estaban celosos cuando algún otro grupo, que no fuera el suyo, tuviera éxito.

Ellos debían regocijarse porque el poder de Dios estaba manifestándose en la Tierra por medio de otros discípulos, sabiendo que no eran rivales o enemigos sino que ayudaban a completar la tarea. Los obreros eran pocos, por eso ellos debían apreciar a cada uno de ellos (Lucas 10:2).

Este concepto lo repitió en negativo: “El que no está de mi parte, está contra mí” (Lucas 11:23 y Mateo 12:30). Cualquiera haya sido la motivación, quien exorcizó a los demonios en el nombre de Jesús nunca se opondría a Jesús, y por lo menos él actuó con misericordia a favor de una persona poseída, enfrentándose a Satanás.

Una situación similar sucedió con Moisés y los setenta ancianos (Nm 11:25). Josué quiso que Moisés castigara a los dos ancianos que no vinieron al Tabernáculo, prohibiéndoles servir, pero Moisés le respondió a Josué: “¿Estás celoso por mí? ¡Cómo quisiera que todo el pueblo del Señor profetizara, y que el Señor pusiera su Espíritu en todos ellos!” (11:29). 

Pablo mostró una actitud piadosa: “Algunos, a la verdad, predican a Cristo por envidia y contienda; pero otros de buena voluntad… ¿Qué, pues? Que no obstante, de todas maneras, o por pretexto o por verdad, Cristo es anunciado; y en esto me gozo, y me gozaré aún” (Fil 1:15-18). ¿Puedes regocijarte siempre con el éxito de los ministerios de otros al proclamar el evangelio?

“Querido amante Señor, cuando tenemos la tendencia y el deseo de controlar o mirar hasta el último detalle de otra gente que te sirve, ayúdanos a detenernos y confiar que Tú nos guiarás a cumplir Tus propósitos.”

 

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