1 Co 14:26 “¿Qué hay, pues, hermanos? Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación. Hágase todo*~ para edificación.”
¿Cómo se veía una típica iglesia primitiva? Pablo estableció los principios y mandamientos fundamentales (1 Co 14:1-25) y describe las actividades de una reunión congregacional. Una persona cantará una “canción” con un arpa como acompañamiento musical.
Aunque éste no sea un don mencionado en 1 Corintios 12 era una práctica común del Antiguo y del Nuevo Testamento: “hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales” (Ef 5:19 y Col 3:16); otro enseñará (1 Co 12:29; Ro 12:7; Col. 3:16); otro describirá una revelación especial de parte de Dios (don de profecía: 1 Co 12:10, 29; 13:2; 14:1); y otro hablará un idioma desconocido (12:10, 28, 30) mientras otro lo interpreta (12:30).
No es una recomendación de Pablo del orden del culto; más bien, es una descripción de las actividades normales de una reunión. Se enfoca no en lo que sucedió, sino en cómo debería suceder. Pone el orden a fin de cubrir las necesidades de la congregación.
Parece que los Corintios estaban haciéndolo todo y todos al mismo tiempo, causando así un pandemonio. Quienes visitaban la congregación pensaban que todos estaban locos (1 Co 14:23).
“De ahora en adelante que todas estas cosas se hagan para la edificación de la iglesia”. Tal como una piedra se añade a otra para edificar una casa, así también debe enseñarse una verdad, un mandamiento, un poco de sabiduría. Debemos tomar la decisión ser edificadores.
“Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis” (1 Ts 5:11). “Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno, para edificación. Porque ni aun Cristo se agradó a sí mismo” (Ro 15:2-3). Ser como Cristo es buscar beneficiar a otros como prioridad de vida. Cualquier uso de los dones espirituales que no cumpla esto, es falto de amor.
La palabra de Dios es la única herramienta de edificación para construir al creyente. ¿Has experimentado esta edificación al aprender verdades nuevas y útiles que cambiaron tu vida? Eso es lo que tú debes compartir. Haz que tu meta de vida sea edificar a otros.
“¡Qué gran importancia has dado a la edificación de Tu iglesia! Deseamos que tus siervos sean siempre fieles en hacer todo lo posible para cumplir esa meta en nuestros ministerios.”