2 Tim. 4:2 “Que prediques*~ la palabra; que instes*~ a tiempo y fuera de tiempo; redarguye*~, reprende*~, exhorta*~ con toda paciencia y doctrina.”
Cuando leemos la última epístola de Pablo, deberíamos leerla como si nosotros fuéramos el protegido de Pablo.
Timoteo creyó que “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra (2 Tim 3:16-17). La meta de un ministerio de disciplina es equipar a todos los creyentes con el conocimiento y aplicación de las enseñanzas de la Escritura.
Tenemos que aprender el contenido, doctrina, sabiduría y mandamientos de las Escrituras para aplicarlos a nuestra propia vida y luego ayudar a otros para que hagan lo mismo. Esto no es opcional sino una prioridad para todos los creyentes. En 2 Timoteo 4:1 Pablo está “continuamente encargándote” (tiempo presente), o “exhortándote encarecidamente” basado en la venida de Jesucristo. Pablo aguardaba con interés este juicio porque le esperaba un galardón (4:8). Y da al “hombre de Dios” (3:17) cinco mandamientos:
Primero, debe “urgentemente decidirse a predicar el evangelio” o “anunciarlo públicamente”. Los creyentes debemos ser audaces y apasionados en cuanto al “mensaje”, o la “palabra”.
Segundo, debe “urgentemente decidirse a estar listo sin importar si es conveniente o no”. Debemos compartir la Palabra de Dios en todas partes, todo el tiempo. ¿Era ésta una debilidad de Timoteo, como sugiere en 1:6-8?
Tercero, debe “urgentemente decidirse a redargüir”, o “corregir”, especialmente en público (1 Tim 5:20), a aquellos que persisten en rebelarse. El requisito de un pastor es corregir, con autoridad (2:15), a aquellos que están viviendo de forma contraria a la Palabra (Tito 1:9, 13).
Cuarto, debe “urgentemente decidirse a reprender”, o “manifestar una firme desaprobación como una forma de castigo”.
Quinto, debe “urgentemente decidirse a exhortar” (“hacer que alguien sea animado o consolado”, o “rogar con gran fuerza”). Era para equilibrar su ministerio: “sabéis de qué modo, como el padre a sus hijos, exhortábamos y consolábamos” (1 Tes 2:11-12). Ser político o diplomático va en contra de este estilo de vida.
“Quiero comunicar “todo el consejo” de Dios. Sé que esto incluirá un “amor firme”, y deseo estar listo para darlo por medio de tu sabiduría y poder. No es fácil para mí ser confrontativo. Por favor, haz más profunda mi convicción de la verdad.”