Noviembre 9. Vé la milla extra.

1Mateo 5:41 “Y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve~~ con él dos.”

Algunos de los mandamientos de Jesús parecen injustos e inhumanos. En el tiempo de Jesús, el Ejército Romano impuso una ley que decía que un soldado podía obligar a cualquier ciudadano a llevar su carga por un trecho de mil pasos o una milla Romana, por eso Simón de Cirene tuvo que llevar la cruz de Jesús al Calvario (Mt 27:32; Marcos 15:21).

Los judíos odiaban esta ley porque les forzaba a demostrar su sujeción a Roma. La paz era tan importante que Jesús ordenó a Sus seguidores “ir continuamente con él dos” millas. El creyente debe soportar con alegría tener que dar más tiempo y esfuerzo de lo esperado.

  Pablo manda: “No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres… estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos… sino dejad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber” (Ro 12:17-20).

     Jesús les sorprende diciéndoles: “No os resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra” (Mt 5:39), “al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa” (5:40).

Pablo dijo a las iglesias: “Así que, por cierto es ya una falta en vosotros que tengáis pleitos entre vosotros mismos. ¿Por qué no sufrís más bien el agravio? ¿Por qué no sufrís más bien el ser defraudados?” (1 Co 6:7).

     Jesús practicaba lo que demandaba: “cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente” (1 P 2:23). ¿Puedes confiar que Dios hace bien las cosas y esperar que Él tome venganza a Su tiempo y a Su manera?

     No debemos pelear por nuestros derechos.  El creyente vive en, y está preparado para, otro reino en donde la venganza no existirá y el perdón será tan común como la luz del día.  Esto le hace único al creyente en Jesús.

     “Señor Jesús, a medida que aprendo a renunciar a mis derechos personales para poder comunicar Tu mensaje, confío en que vas a mantener registros y hacer las cosas bien”.

 

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