Octubre 14. No se jacten, ni mientan.

oct-14-stg3-14-no-mintaisSantiago 3:14 “Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis~|, ni mintáis~| contra la verdad.”

Al concluir su discusión sobre lo difícil de controlar la lengua, Santiago describe a los creyentes “sabios y entendidos” (Stg 3:13a).

Todos deberíamos tratar de ser personas cuyas actitudes y acciones sean hechas “en sabia mansedumbre” (3:13:b). El conocimiento bíblico que no cambia vidas no tiene sentido.

Hay dos características que marcan a quienes no son sabios:

Primera, tienen “celos amargos,” o “agudos, punzantes, picantes” tipo de “envidia, o rabia ferviente contra otro por no tener lo que él/ella sí tiene”. Esta persona exige respeto, mientras destruye, critica o difama a la otra persona.

Segunda, esta gente mostrará “contención en (su) corazón”  significa “que busca su beneficio propio o sus propias ambiciones”, lo cual inevitablemente lleva a “contención, conflictos, rivalidades e intrigas con el fin de obtener ventajas personales”. Son actitudes internas que llegan a ser evidentes en su comportamiento.

Santiago dice a los creyentes que deben “parar o detener de jactarse” (ser arrogantes, alegrarse en contra de alguien, especialmente “degradar a alguien”).  La jactancia es tan normal que casi se la espera.

La gente dice, “si uno mismo no se halaga, nadie lo hará”. Generalmente se confunde la arrogancia con la autoestima. La mayoría de la gente, especialmente los líderes, quieren jactarse de sus logros, importancia y éxitos.

Santiago nos ordena a “parar o detenerse de decir mentiras contra la verdad”, es decir no debemos “engañar, defraudar, falsear o hablar engañosamente”. 

Inevitablemente, cuando uno ambiciona ser el mejor o el más importante, su necesidad de promocionarse le hará exagerar, fabricar falsedades y engaño, “porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa” (Santiago 3:16). Estos necios hablan y hablan de sí mismos a quienquiera que los escuche.

Concluye diciendo, “esta sabiduría [manera de pensar] no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica” (Santiago 3:15); “Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía” (3:17). No se preocupen por ser grandes; valoren la humildad y el cumplir Su voluntad.

“Yo quiero ser aceptado por otros, tanto lo deseo que termino jactándome, exagerando y pretendiendo ser mejor de lo que sé que soy.  Hazme consciente de lo pecaminoso que es para Ti este comportamiento mío.”

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