Fil. 2:12 “Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos~~ en vuestra salvación con temor y temblor“
La mediocridad es una tendencia a dejar las cosas a medio hacer, a estar satisfecho con solo una pasadita, y a no ver el valor de finalizar bien una tarea. Pablo quiere aclarar para siempre este concepto en la mente de los cristianos.
Inicia Filipenses 2:12 con “por tanto”, resumiendo los mandamientos previos: “que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo…” (1:27), “completad mi gozo, sintiendo lo mismo…” (2:2), “No sean egoístas; no traten de impresionar a nadie” (Fil 2:3a NTV), “Sean humildes, es decir, considerando a los demás como mejores que ustedes” (Fil 2:3b NTV), “Tengan la misma actitud que tuvo Cristo Jesús”(Fil 2:5). Cristo mostró un corazón de siervo, por eso debemos ayudarnos mutuamente a vivir haciendo lo mismo.
La palabra “como” compara su obediencia pasada con el mandamiento presente “ocupaos en vuestra salvación”. El verbo plural habla del cuerpo de la iglesia. Pablo recordaba que ellos “habían obedecido, no solo en [su] presencia, sino más en [su] ausencia”; mostrando así lo importante de recordar el gozo de obedecer Sus mandamientos y el gozo de la llenura del Espíritu cuando se camina en obediencia. Es bueno recordar el fruto de la obediencia.
Jesús y Pablo enfatizaron más en obedecer las Escrituras que en conocerlas. La salvación no es algo solo del pasado, sino una acción que continúa desde el momento en que decidimos confiar en la muerte expiatoria de Cristo en la cruz, en Su Palabra con instrucciones para vivir (santificación), hasta que nos encontremos cara a cara con Cristo, con nuestro ser transformado (glorificación).
Mientras tanto, debemos crecer diariamente en Su semejanza, de adentro hacia afuera, deseando crecientemente obedecer Sus instrucciones.
“Ocuparse en vuestra salvación” demanda comprometerse a una vida obediente. La salvación fue plantada dentro de nosotros “no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre” (1 P 1:23). Debemos permitir que esta semilla de vida eterna y regenerada gane más y más control en nuestras vidas.
“Señor, tú diste salvación eterna para todo aquel que cree. Ya que soy un creyente en Cristo Jesús, por favor guíame para aprender a “trabajar” en esa salvación aprendiendo a obedecer Tus mandamientos. Quiero que mi diario vivir te agrade y haga que otros también Te conozcan.”