1 Juan 2:15 “No améis~| al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.”
La epístola de Juan fue escrita para que “sepáis que tenéis vida eterna” (1 Jn 5:13). Describe en ella las características de los creyentes verdaderos, y de los que fingen serlo. Un creyente verdadero aprende lo que Dios ordena y comienza a cambiar sus valores, prioridades y compromisos a fin de conformarse a Su Palabra.
Escribe a quienes luchan con el deseo de tener lo que el mundo ofrece para satisfacer sus necesidades o deseos más profundos. “Dejen de amar al mundo” insensato y codicioso que busca posesiones, poder, prestigio y placeres. Satanás intenta persuadir a la gente diciendo que esas cosas van a satisfacer más que su relación con Cristo y, especialmente más que obedecer Su Palabra.
En los v.16-17 aclara que “todo lo que hay en el mundo” son “los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida”. El mundo promete un espejismo: “el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (2:17).
Enseña que no se puede amar simultáneamente a Dios y al mundo: “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Mt 6:24). Ambos demandan lealtad y obediencia para recibir sus beneficios. Para ti ¿cuál camino es el verdadero y cuál te llenará genuinamente?
Santiago aclaró aún más: “¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios” (Stg 4:4) ¡Esto no es bueno!
Confiar en el mundo para satisfacer nuestro ser, es vanidad. “El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto. También esto es vanidad” (Ec 5:10). El mundo promete satisfacciones pero solo el necio le cree.
No nos ordena abandonar el mundo y nunca más disfrutar de sus cosas, sino a no amarlo ni verlo como lo máximo. Dios conoce nuestro corazón. ¿Amamos más las cosas que la voluntad de Dios? ¿Amamos secretamente al mundo y sus promesas? Dios conoce la respuesta, y Él nos probará para sacarnos de la negación.
“Querido Señor, es posible para el corazón de un creyente de ser atraído por las cosas del mundo; así que, corro a Ti y Tu Palabra para ayudarme establecer mis afecciones en las cosa arriba para no ser distraído de Ti.”