Apo. 22:11 “El que es injusto, sea injusto*~ todavía; y el que es inmundo, sea inmundo*~ todavía; y el que es justo, practique *~ la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese*~ todavía.”
Una característica asombrosa de Dios es que Él permite que una persona sea lo que quiere ser. Si quiere vivir sin Dios, le concede su deseo ahora y para siempre. Por supuesto que también lo opuesto.
En Apocalipsis, un ángel le dijo a Juan, “escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias” (1:11). Hace dos mil años describió eventos (algunos bastante aterradores) que hasta hoy son futuros. Este mensaje del tiempo-del-fin debe ser proclamado en todas partes.
Cristo volverá para traer horribles juicios mundiales sobre los no creyentes y luego reconstruirá al mundo bajo Su liderazgo directo. Este mensaje es cierto; quienes creemos esta profecía debemos hacerla conocer a todo el mundo.
A pesar de los eventos de cataclismo mundial que conducirán galopantemente a la humanidad a su fin en un corto período de tiempo (siete años), y aunque reconocerán que Dios está detrás de esos juicios, no querrán arrepentirse, pedir misericordia ni reconocer su maldad. Los no creyentes rechazarán creer en las profecías de Dios y “continuarán haciendo lo malo”. “El que es inmundo, sea inmundo*~ todavía”. Endurecerán sus corazones determinándose a incrementar su maldad, convenciendo a otros a hacer lo mismo. Continuarán en su pecado, sabiendo que lo que Dios dice en cuanto al futuro, sucederá. Serán destruidos. Su perdición será evidente.
Por otro lado, aquellos que pongan su confianza en Cristo y reciban Su justicia perfecta como un regalo gratis de Dios continuarán (se mantendrán) practicando justicia y “continuarán siendo santos.”
Dependiendo de cómo respondemos a las advertencias de Dios, nuestro carácter se va fijando para siempre. En cierto sentido, determinamos nuestro propio destino. A los pecadores les advierte que no se rebelen ni endurezcan sus corazones (He 3:15; 4:7), pero si persistentemente rechazan la verdad, Dios les abandonará a su “mente reprobada” (Ro 1:18-32) y a las consecuencias eternas de sus propias elecciones (1 Co 1:18). La gente debe escuchar la verdad mientras hay tiempo. ¿Estás haciendo que la escuchen?
“Ya que me diste Tu gracia salvadora, puedo confiar que Tú me das el poder para vivir justamente, honrándote al apartar mi vida para Tus propósitos. Sé que puedo confiar en Ti para guiarme cuando doy lo mejor de mí al mostrar a otros el camino a la vida eterna.”