1 Tim. 4:7, “Desecha~~ las fábulas profanas y de viejas. Ejercítate~~ para la piedad.”
Actualmente existe una fuerte tendencia de querer demostrar que Dios está haciendo milagros haciéndonos creer historias irreales que no demuestran la presencia y el poder de Dios.
Pablo comienza definiendo al “buen ministro de Jesucristo” (1 Ti 4:6b). Desde su inicio, la iglesia ha sido invadida constantemente por falsas enseñanzas. Los falsos maestros (4:1-5) sin saberlo, por ignorar las Escrituras, se inspiraban en ideas “nuevas” inducidas por demonios.
El ministro no debería atacar a los que opinan diferente, y los maestros no deben ignorar la responsabilidad de “explicar estas cosas a los hermanos” (1 Ti 4:6aNTV) para prevenir que sean “fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error” (Ef 4:14).
Los verdaderos maestros se enfocan en “nutrirse con las palabras de la fe de las Escrituras y de la buena doctrina…” (4:6b); y deben “desechar las fábulas profanas y de viejas” (4:7). “Desecha” significa “no tener nada que ver con”, se usa también en 2 Ti 2:23: “Desecha las cuestiones necias e insensatas, sabiendo que engendran contiendas”.
Pablo habla de los “mitos” o fábulas, como los cuentos antiguos de demostraciones milagrosas que dicen ser verdaderas, pero que no son ni históricas ni verídicas. Estas mentiras son para los “profanos” (Griego, “no éticos”) y “de viejas” (Griego, “característica de mujeres viejas”), epíteto sarcástico que comunica credulidad.
Ninguna persona en sus cabales escucharía esos “mitos”, por más populares que sean. Son historias exageradas de milagros fabricados para justificar nuevas doctrinas (ejemplo: la ascensión de María, levitaciones, resurrecciones, etc.).
Contrario a eso, el siervo de Dios debe “ejercitarse para la piedad”. La palabra “ejercitar” (Griego: de donde obtenemos “gimnasio”) es la actitud de un atleta en un entrenamiento espiritual disciplinado, dedicado y agotador. Demasiados creyentes son meros espectadores, que a lo mucho escuchan los domingos la Biblia, pero nunca la estudian.
Todo creyente debe ejercitarse para la “piedad”, que es la disciplina de una obediencia diaria a la Palabra (1 Co 9:24-27). Sin esa disciplina piadosa, el éxito es irrelevante.
“Tú quieres que Tu iglesia siga explícitamente Tu palabra a fin de entrenarse en la verdad. Ayúdanos a ser disciplinados y dedicados a conocer Tu Palabra y a no ser engañados por las palabras de simples humanos.”