Ef. 6: 11 “Vestíos*~ de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.”
Durante horas, los monjes Budistas Tibetanos de una escuela de entrenamiento en la India practican cómo discutir calmamente sus creencias con sus opositores furiosos. ¡Oh, si los creyentes en Cristo Jesús tomaran así de serio su preparación!
Dios nunca quiere que un creyente vaya a la batalla sin preparación (el deber de la iglesia) y desarmado (faltando la disciplina personal). Se nos ordena “decidir urgentemente vestíos de toda la armadura de Dios”.
La palabra para “toda la armadura” se refiere a cada parte del armamento defensivo y ofensivo provisto para cada soldado romano. Recuerda, ¡Pablo escribió esta carta estando encadenado a un soldado romano!
Nuestros enemigos son las fuerzas demoníacas en el mundo invisible que manipulan a los poderes políticos para que los sirvan sin que ellos ni siquiera lo sepan (Ef 6:12-17). Esto explica la oposición irracional de los líderes malvados contra el Cristianismo bíblico. Son los peones en una batalla fuera de su conocimiento, y nosotros, los Cristianos, debemos orar por esos líderes (Ro 13).
La “armadura de Dios” es vital en una batalla encarnizada, y es suficiente para permitir que el creyente “esté firme contra las asechanzas del diablo”.
Satanás está empeñado en destruir todo lo que le pertenece a Dios. “Quita de su corazón la palabra, para que no crean y se salven” (Lucas 8:12). Utiliza “falsos cristos, y falsos profetas, (quienes) harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos” (Mt 24:24).
Pedro da el grito de guerra: “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1 P 5:8); luego añade, “resistid firmes en la fe”; “después que hayáis padecido un poco de tiempo,
Él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca” (5:10).
No será fácil, y los sufrimientos de la calumnia, el ridículo y la persecución son inevitables, pero la “gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” (Ro 8:18) hace que nuestros sufrimientos palidezcan hasta hacerse insignificantes. ¡Sé hoy valiente para Dios!
“Poderoso Dios, nuestra batalla espiritual se levanta diariamente, y yo estoy muy agradecido de Tu poder, el cual me pongo como armadura. Ayúdame a ser disciplinado con Tu palabra y a prepararme para honrarte en cada oportunidad que tenga de pararme firme por Ti.”