Hebreos 12:7, “Soporten~~ vuestro sufrimiento como disciplina; Dios los está tratando como a sus hijos. Porque ¿qué hijo es aquel quien el padre no disciplina?”
Elisabeth Elliot escribió, “Dios llegará a cualquier extremo para llevarnos a reconocer Quién es Él”. Si Él es tu Padre, Salvador y Señor, entonces no debería sorprenderte cuando te trate como tal. Ser “hijo” o “hija” de Dios no significa estar libre de castigo y sufrimiento.
Los niños necesitan el cuidado amoroso de sus padres para su desarrollo personal. Bíblicamente, los padres están obligados a disciplinar a sus hijos, porque si no lo hacen, inevitablemente sus hijos deberán aprender de este mundo duro y cruel.
Cuando se les disciplina apropiadamente (sin ira ni rechazo), los niños “respetan a [sus padres]debido a esto” (He 12:9). Los hijos aprenden que son castigados “por pocos días como a ellos [los padres] les parecía” (12:10). Cuando el castigo ha terminado, la vida continúa con otra lección aprendida y con el vínculo familiar intacto.
A veces los padres quieren la amistad y el afecto de sus hijos hasta el extremo de no querer darles el dolor que conlleva el castigo. El argumento final de Hebreos 12:7 es una pregunta retórica: “¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?”.
Uno de los conflictos más evidentes entre la Biblia y la Psicología se encuentra en Proverbios 13:24, “El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; mas el que lo ama, desde temprano lo corrige”.
También en Proverbios 29:15, “el muchacho consentido avergonzará a su madre” y al resto de su familia. Es igual en la familia de Dios. Dios no nos permite ser “hijos consentidos”, sino que, como Padre amoroso, está obligado a mostrar Su amor, enseñándonos todo lo que necesitamos saber para ser efectivos en esta vida.
Dios promete asumir la responsabilidad de quebrar nuestra voluntad (pero no nuestro espíritu) para hacernos humildes y obedientes en nuestro caminar con Cristo, “sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia”, porque está trabajando a través de tus problemas y conflictos para hacerte “perfecto y completo [maduro], sin que os falte cosa alguna” (1:3-4).
Por eso, “continuamente soportemos el sufrimiento como disciplina”. Un hombre sabio dijo, “La medida de tu carácter está en lo que se requiere para detenerte”.
“Tú eres nuestro Padre amoroso que no nos dejará alejarnos de Tu plan. Yo te alabo por la seguridad que Tu disciplina me ofrece.”